El anime ha sido un medio audiovisual importante en cuanto a la enseñanza de valores y conocimientos. Algunos temas son tratados de manera que, para el espectador, resultan más sencillos de entender. Entre ellos, tenemos los históricos, los que nos narran profesiones y oficios, y otros que nos recuerdan lo aprendido en nuestra etapa escolar.
La serie sigue, particularmente, a un Glóbulo Rojo femenino (una eritrocito, en concreto) quien siempre se pierde en la enorme ciudad que constituye el cuerpo humano, por lo que tarda mucho en dejar su caja de oxígeno al sistema correcto. Mientras camina, se observan a otros Glóbulos Rojos que cargan cestas de comida (nutrientes), a la vez que las Células platican afuera de sus casas y las Plaquetas se unen para sanar heridas. Más allá, un Glóbulo Blanco masculino (leucocito) asesina a las bacterias que se infiltran en cuerpo.
En cada capítulo, somos testigos de la increíble y agotadora tarea que sólo las células pueden hacer, manteniendo a raya a todo agente externo que se atreve a dañar el cuerpo. Se resalta el trabajo en equipo de los diversos tipos de estas pequeñas unidades de vida, así como el hecho de que las células están vivas y, que los personajes sean antropomorfos, nos da una dimensión más real de ese hecho.
En cada capítulo, somos testigos de la increíble y agotadora tarea que sólo las células pueden hacer, manteniendo a raya a todo agente externo que se atreve a dañar el cuerpo. Se resalta el trabajo en equipo de los diversos tipos de estas pequeñas unidades de vida, así como el hecho de que las células están vivas y, que los personajes sean antropomorfos, nos da una dimensión más real de ese hecho.
Tras acabar los episodios, nos damos cuenta de lo frágiles que somos (en especial, el cuerpo en que viven estos personajes), y nos produce paranoia por no querer lastimarnos o enfermarnos, comprendiendo mejor lo que sufren nuestras células para curarnos, desde gripe, neumococo, alergias, heridas y células cancerosas, todo para que sobreviva el ser vivo en que ellas residen.
Si bien, el funcionamiento del organismo ayuda a repeler estas fuerzas, llega a ser necesario que la Medicina interceda por nuestro bien. El manga Black Jack, de Osamu Tezuka, nos narra la vida de este personaje homónimo, quien es llamativo por su piel de dos tonalidades, debido a que, cuando era niño, sufrió un accidente que lo dejó en grave estado y, tras muchas cirugías, se le injertó piel en las zonas donde carecía de ella. Fue tal la admiración que sintió por el médico cirujano que le regresó la vida, que el protagonista decidió ser igual a su héroe.
Sin embargo, conforme este chico va acercándose a ese sueño, se enfrenta a la corrupción y desigualdad que existe dentro de la institución médica japonesa (que puede observarse a nivel mundial, al brindar salud prioritaria sólo a los que tienen dinero o poder, etc.), por lo que decide dejar el hospital, aún siendo un estudiante prodigio, y comienza a ejercer ilegalmente la labor médica, dejando asombrados a todos con su destreza con el bisturí, y cobrando sumas exorbitantes de dinero a los pacientes desesperados por ayuda, aquellos que son pobres, que no tienen seguro, que tienen algo que esconder; sin embargo, pese a la actitud fría del ahora conocido como Black Jack, siempre pone todo de sí para salvar a sus pacientes, sin cobrarles nada al final, pero criticándolos duramente por aceptar la realidad social en que viven.
Osamu Tezuka logra realismo y una gran destreza cuando vemos a este doctor en el trabajo quirúrgico, puesto que él era estudiante de Medicina, hasta que la dejó tras ver la verdad tras el sistema médico.
El manga Young Black Jack, de Yoshiaki Tabata (historia) y Yu Go Okuma (dibujo), toma de base la historia de Tezuka para contarnos cómo el joven idealista estudiante de Medicina, Kuro Kazama, se convirtió años más tarde en el realista Black Jack. Al presenciar los movimientos sociales de la década de los sesenta en Japón, así como en otras partes del mundo, y la crudeza de la Guerra de Vietnam, su ideología cambia radicalmente al punto de regresar a su país y enfrentarse a sus propios colegas.
Una vez que nos adentramos en estas narraciones, es inevitable no pensar en todo lo que sucede en nuestro interior, todas las reacciones, todos los procesos, todos los pequeños seres vivos que velan por nosotros hasta que un médico debe ayudarles para que nosotros sigamos existiendo en este diminuto mundo liderado por aquellos organismos microscópicos dentro de cuerpos enormes.
Si bien, el funcionamiento del organismo ayuda a repeler estas fuerzas, llega a ser necesario que la Medicina interceda por nuestro bien. El manga Black Jack, de Osamu Tezuka, nos narra la vida de este personaje homónimo, quien es llamativo por su piel de dos tonalidades, debido a que, cuando era niño, sufrió un accidente que lo dejó en grave estado y, tras muchas cirugías, se le injertó piel en las zonas donde carecía de ella. Fue tal la admiración que sintió por el médico cirujano que le regresó la vida, que el protagonista decidió ser igual a su héroe.
Sin embargo, conforme este chico va acercándose a ese sueño, se enfrenta a la corrupción y desigualdad que existe dentro de la institución médica japonesa (que puede observarse a nivel mundial, al brindar salud prioritaria sólo a los que tienen dinero o poder, etc.), por lo que decide dejar el hospital, aún siendo un estudiante prodigio, y comienza a ejercer ilegalmente la labor médica, dejando asombrados a todos con su destreza con el bisturí, y cobrando sumas exorbitantes de dinero a los pacientes desesperados por ayuda, aquellos que son pobres, que no tienen seguro, que tienen algo que esconder; sin embargo, pese a la actitud fría del ahora conocido como Black Jack, siempre pone todo de sí para salvar a sus pacientes, sin cobrarles nada al final, pero criticándolos duramente por aceptar la realidad social en que viven.
Osamu Tezuka logra realismo y una gran destreza cuando vemos a este doctor en el trabajo quirúrgico, puesto que él era estudiante de Medicina, hasta que la dejó tras ver la verdad tras el sistema médico.
El manga Young Black Jack, de Yoshiaki Tabata (historia) y Yu Go Okuma (dibujo), toma de base la historia de Tezuka para contarnos cómo el joven idealista estudiante de Medicina, Kuro Kazama, se convirtió años más tarde en el realista Black Jack. Al presenciar los movimientos sociales de la década de los sesenta en Japón, así como en otras partes del mundo, y la crudeza de la Guerra de Vietnam, su ideología cambia radicalmente al punto de regresar a su país y enfrentarse a sus propios colegas.
Una vez que nos adentramos en estas narraciones, es inevitable no pensar en todo lo que sucede en nuestro interior, todas las reacciones, todos los procesos, todos los pequeños seres vivos que velan por nosotros hasta que un médico debe ayudarles para que nosotros sigamos existiendo en este diminuto mundo liderado por aquellos organismos microscópicos dentro de cuerpos enormes.
@YukiVongola