Con un aplazamiento por un año, debido a la pandemia actual de Covid-19 que sigue sin dar tregua, por fin inician los Juegos Olímpicos más esperados: Tokio 2020. Con muchas expectativas y temores, esta justa, que se realizará del 23 de julio al 8 de agosto, se ve opacada por las restricciones sanitarias que el Comité Olímpico Internacional y el gobierno japonés implementaron para la seguridad de los deportistas y del personal.
La ceremonia de apertura, con el Estadio Olímpico de Tokio sin espectadores y con el ánimo de las delegaciones al desfilar, aunque no con la misma energía que en ediciones anteriores, dio el inicio oficial al evento. Con gran relevancia a los pictogramas olímpicos, nacidos en las justas de Tokio 1964, y al gran símbolo del Monte Fuji y del sol presente en su bandera nacional, el evento transcurrió de manera tranquila, con presencia cultural y tecnológica, con demasiados colores, aunque sin tanto del factor de la cultura popular que tanta atención atrae al país o sin la música tradicional.Más furor causó en los amantes de la cultura pop nipona cuando se nombró a los embajadores oficiales: Goku, Luffy, Shin-chan, Naruto, Sailor Moon, Astroboy, las chicas de Pretty Cure y Jibanyan de Yokai Watch todos personajes cuyas obras fueron claves para dar a conocer el manga, anime y videojuegos en el resto del mundo. Se esperaba encontrar a estos embajadores por doquier, tanto decorando las calles y los estadios así como en la mercadotecnia, y otros personajes más deberían incentivar el turismo en deportistas y visitantes, como suele hacer el país en diversas ciudades,pero no es así.
Todo ambiente festivo y de intercambio cultural, como suele haber en la competencia cumbre en la que todo deportista desea participar, desapareció ante la restricción a los deportistas y al personal de salir de la Villa Olímpica, salvo para entrenar y competir; por la prohibición de la entrada al público, excepto por algunas competencias con aforo mínimo; medidas que, con todo y lo estricto, no han sido tan eficientes ante el creciente número de casos positivos, entre los japoneses y las delegaciones, al Covid-19.
La
oposición de la mayoría de los japoneses ante el riesgo sanitario, a
pesar del estado de emergencia en el que actualmente se encuentra el
país, más que para proteger a sus habitantes, para no posponer de nuevo
la justa olímpica, también ensombrecen el entorno.
Así, un año después, tenemos un evento descolorido, opaco, sin la notas de color que suelen ser lo más llamativo ni con esa energía que hace cinco años nos emocionó ante lo que Japón podía ofrecer a los atletas y a los turistas durante el verano.
Sin embargo, ante el exponencial avance de este enemigo invisible, y que podría cancelar o volver a posponer los Juegos Olímpicos de un momento a otro, puede que la esperanza no sea suficiente en esta ocasión.
@YukiVongola
No hay comentarios.:
Publicar un comentario