Han pasado 73 años desde que la Segunda Guerra Mundial finalizó, permaneciendo, aún hoy en día, huellas que marcaron a la humanidad en uno de sus peores momentos. A través del manga y anime, se nos relatan historias que abordan este conflicto bajo distintas perspectivas: aquellos que se enfocan en los problemas personales y sociales que atraviesan los personajes en sus respectivos países; y los que se centran en el campo de batalla, con todo lo que conlleva política, social, económica e ideológicamente. Lo cierto es que en estas obras, que hay desde las basadas en ciertos eventos hasta autobiográficas, se intenta mostrar el horror de los hechos cometidos por el hombre hacia sus iguales, dejando un sabor amargo a quienes se acercan a ellas.
Son dos obras las que me parecen adecuadas para tratar este tema, debido a la crudeza con la que lo representan. La primera es Hadashi no Gen (Gen, el descalzo), un manga autobiográfico de Keiji Nakazawa, sobreviviente de la bomba atómica que devastó Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Él, a sus seis años, perdió a su padre, a sus hermanos y presenció cómo su pueblo perecía, viendo los estragos que la radiación causó en los supervivientes, entre ellos, su pequeña hermana.
Gen Nagaoka, el alter ego del autor dentro de la historia, no sólo debe soportar las inclemencias de los efectos de la bomba en Hiroshima, sino el desprecio de los mismos japoneses, quienes, por miedo a la radiación que Gen posee al haber estado en la zona de impacto de la bomba, lo estigmatizan. Actualmente, los sobrevivientes siguen siendo tratados así, como si fueran apestados, por lo que ellos representan: la derrota de Japón en la guerra y el profundo dolor que provocó el arma.

Esta obra es muy fuerte visualmente; esa crudeza permite darnos una idea de lo que vivieron las víctimas mortales y los supervivientes, produciéndonos empatía por todo aquel que se vio dañado por la guerra.
El segundo manga es de Osamu Tezuka, llamado también el "Padre del Manga", que nos ofrece otra visión. Adolf ni Tsugu, tiene como protagonistas a tres hombres que llevan el mismo nombre: Adolf Kaufmann, Adolf Kamil y, claro, Adolf Hitler. La trama se ubica en dos lugares, Alemania, empezando por el escenario de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, con Hitler aplaudiendo felizmente por las constantes victorias del pueblo alemán; y Kobe, ciudad japonesa, en que se encontraba la oficina diplomática de los nazis, donde los otros dos Adolfs, niños, son amigos sin importar que Kamil sea judío.
Tezuka retrata las vejaciones hacia la humanidad, tanto aquellas ocurridas en campos de concentración en Europa como los sucesos en Manchuria y otras zonas de China por parte de los japoneses. Nadie, ni aliados ni los del Eje se salvan, todos cometieron hechos que siguen dando escalofríos sobre lo perverso que puede ser el hombre. Critica cómo el gobierno japonés engañaba al pueblo, diciendo que iban ganando la guerra, y señala el servilismo hacia los alemanes (y posteriormente, hacia los estadounidenses tras los acontecimientos de ambas bombas).

Este tipo de manga y anime nos sensibiliza, nos hace ponernos en los zapatos de quienes vivieron en esa época, no de los soldados ni del gobierno, sino del pueblo, quienes se llevan la peor parte, son el daño colateral de aquellos que sólo hacen guerras de acuerdo con sus intereses. No podemos glorificar ni vituperar a quienes participaron, porque la vida siempre se mantiene con un tono grisáceo, pero sí podemos hablar de los crímenes deshumanos que las personas cometieron contra otras, quienes no tenían por qué ser humilladas y ultrajadas.
No olvidemos el pasado, algunas cosas no deben repetirse.
@YukiVongola
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