Los japoneses suelen tomar las ideas más surrealistas y absurdas de su folklore para crear un anime o un manga, pero lo mejor de todo es cómo logran con premisas aparentemente ridículas una profundidad psicológica de los personajes y tratan temas delicados que nos ponen a reflexionar sobre nuestra vida y uno de los mayores temores del hombre: la soledad.
Imaginen la trama del anime Sarazanmai: un trío de chicos de secundaria viven su vida relativamente normal hasta que un día, por accidente, rompen una estatua de un kappa que se encuentra en el barrio tokiota de Asakusa. Los kappa son seres que habitan dentro de cuerpos acuosos que se asemejan a tortugas antropomorfas, pertenecen al folklore japonés, y su papel llega a ser tan opuesto como un malhechor que puede ahogar a sus víctimas y comer niños hasta ayudar a los humanos con sus místicos poderes, como la curación. Ojo con lo de "comer niños". Debido a la percepción que se tiene de los kappa, son respetados en varios templos sintoístas.
Cuando los jóvenes destruyen el monumento, son transformados en kappa por el guardián del lugar, llamado Keppi. Éste le ordena a los niños que cada vez que aparezcan por la ciudad kappa zombies, o sea personas que se han dejado llevar por sus bajos instintos del deseo, ellos adoptarán su nueva forma para pelear contra esos seres y mantener el orden en la ciudad.
El trío deberá unirse como uno al realizar una especie de ritual llamado sarazanmai, con el cual tendrán que extraerle al kappa zombie su shirikodama, un tipo de energía que se encuentra dentro del trasero en el cual reside el deseo, para que el monstruo vuelva a ser humano. Una vez Keppi se la coma, aparecerá un plato de los deseos y, si se juntan cinco de ellos, se podrá pedir cualquier petición. Los platos, dentro de la mitología de estas criaturas, sirven para tapar sus cabezas, las cuales tienen una cavidad llena de agua, misma en donde residen sus poderes, y si alguna vez toda el agua se les cae, morirán.
El trío deberá unirse como uno al realizar una especie de ritual llamado sarazanmai, con el cual tendrán que extraerle al kappa zombie su shirikodama, un tipo de energía que se encuentra dentro del trasero en el cual reside el deseo, para que el monstruo vuelva a ser humano. Una vez Keppi se la coma, aparecerá un plato de los deseos y, si se juntan cinco de ellos, se podrá pedir cualquier petición. Los platos, dentro de la mitología de estas criaturas, sirven para tapar sus cabezas, las cuales tienen una cavidad llena de agua, misma en donde residen sus poderes, y si alguna vez toda el agua se les cae, morirán.
Ya con esto suena que es una historia absurda y rara, en especial por todo el ritual de convertirse en kappa y la cuestión de esa bola de energía que, en el folklore, se dice que su sabor supera al de la carne de infantes. Por tanto, si ligamos todos estos datos, resulta algo perturbador todo este asunto de los kappa y de los niños.
Sin embargo, este sin sentido empieza a cobrarlo cuando nos enteramos a través de los secretos que los adolescentes comparten al realizar el sarazanmai: sus vidas están llenas de sentir miedo de estar solos, de rencor hacia ellos mismos, de egoísmo por sólo querer que su persona amada los vea, de sufrimiento por estar o sentirse separados de otros, razones que, por una u otra cuestión, no les permite estar conectados con sus seres queridos tal como ellos quisieran. Así llegamos al tema central de Sarazanmai: las conexiones.
Tanto los chicos como una pareja de policías, que desde el inicio se observa que tienen una relación amorosa y están del bando enemigo que lidera una nutria que se la pasa diciendo "mentira", luchan por conseguir sus deseos, los cuales se resumen en querer conservar una conexión inquebrantable con otras personas.
No importa qué tan lejos estés, o si no te sabes expresar, o si no puedes perdonar o crees que puedas traicionar a tus seres queridos, o si eres del tipo que no se rinde o si no puedes encontrarte a ti mismo, lo que todos desean es estar conectado con un lugar, con un objeto, con una persona, con un sentimiento, con algo que atestigüe que nuestra vida ha tenido un poco de impacto y memoria en otros.
No importa qué tan lejos estés, o si no te sabes expresar, o si no puedes perdonar o crees que puedas traicionar a tus seres queridos, o si eres del tipo que no se rinde o si no puedes encontrarte a ti mismo, lo que todos desean es estar conectado con un lugar, con un objeto, con una persona, con un sentimiento, con algo que atestigüe que nuestra vida ha tenido un poco de impacto y memoria en otros.
La manera en que se mezcla algo tan antiguo, como lo es la criatura kappa y sus connotaciones, y sirva de inusual pretexto para introducir personajes y temas importantes que rondan las cabezas de los jóvenes en la actualidad, tales como la identidad, la amistad, la familia, el amor, la violencia y temas de droga, la soledad, la muerte, la homosexualidad, el miedo al fracaso, entre otros, es algo que sólo ellos saben hacer para producir una obra fresca y profunda de la cual podamos aprender algo más sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos.
La animación oscila entre surrealista y realista, lo que genera efectos risibles, irónicos y cautivadores, mismo contraste que realza la belleza de la fragilidad de nuestras relaciones con otros. Es mediante esas escenas en que la realidad y un mundo colorido y fantástico se entrelazan, cuando literalmente nos adentramos en la psique de los personajes y observamos cómo cada uno de ellos, siempre tras una sonrisa fingida o una actitud aparentemente rebelde, intentan afrontar sus temores.
El factor simbólico y mágico de los kappa libera a los protagonistas para que puedan ser honestos con ellos mismos. Lo realista, por otro lado, lo apreciamos en los paisajes de Asakusa mostrados como fotografías (tal como se ve en el ending), dándonos un bello recorrido turístico por ese barrio de Tokyo.
El factor simbólico y mágico de los kappa libera a los protagonistas para que puedan ser honestos con ellos mismos. Lo realista, por otro lado, lo apreciamos en los paisajes de Asakusa mostrados como fotografías (tal como se ve en el ending), dándonos un bello recorrido turístico por ese barrio de Tokyo.
Uno de los mejores anime de la temporada de primavera de 2019 (abril-junio) por ser más de lo que podría haberse esperado (al mirar el primer capítulo me quedé con expresión de "¿qué rayos acabo de ver?") y con una evolución tal de los personajes que nos deja reflexionar sobre la idea de que las conexiones que tengamos con el mundo pueden cortarse en cualquier momento, sea por circunstancias ajenas o no, y que por ello se debe luchar por conservarlas lo más que se pueda, porque la vida da muchas vueltas y, pese el resultado final, siempre, siempre, tendremos una conexión que dé sentido, al menos, un momento de nuestra efímera existencia.
Les comparto el opening y ending de Sarazanmai:
@YukiVongola
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